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jueves, 20 de septiembre de 2012

Alegorías de amor


Eros y Ágape

"El amor nace de una separación, nos recuerda nuestra naturaleza primitiva y hace esfuerzos para reunir las dos mitades y para restablecernos en nuestra antigua perfección. Cada ser humano no es más que una mitad separada de un todo. Condenada a caminar -ya no a rodar, como ocurría con los esféricos originales- de un cuerpo a otro, en busca de su mitad correspondiente" apunta el investigador José Ricardo Chaves, Eros y Ágape representaron para los clásicos el complemento entre lo físico, carnal, sensual y la espiritualidad del amor. Ahí donde comulgan la pasión erótica del que ama y la del que es amado. Ovidio, Apuleyo y Platón abordaron, entre otros, el amor a través de mitos y alegorías que forjaron el imaginario antiguo. Eros y Psique, Apolo y Dafne, Clície y Leucotoe, Ciniras y Mirra; Zeus en sus devaneos con Danae, Europa, Leda o Ío, dan cuenta de la pasión que seduce a dioses y mortales.
"Amor y muerte (Eros y Tánatos), contrarios al orden divino, irrumpen el curso de la historia al invertir los valores y como principio y fin de toda acción, se aíslan y se proyectan en el vacío, sin sucesión en el tiempo" suscribe Fernando Delmar. Erotismo, sensualidad, ambivalencia del amor. La búsqueda del opuesto que lo integre. El coito es un ritual donde cuerpo y espíritu, por un instante, atisban la eternidad. Es la vuelta, el regreso al "origen divino" al que alude Laura Esquivel en su novela "Como agua para chocolate". Fuegos fatuos que remiten a la separación original y que , en el momento del éxtasis, todo lo transfiguran hasta alcanzar "nuestra ración de paraíso" en las palabras de Octavio Paz " El amor, es una atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección: el erotismo, aceptación. Sin erotismo (sin forma visible que entra por los sentidos) no hay amor pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca el alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera.

El amor en occidente

En el "Banquete", Aristófanes señaló "... cada parte echaba de menos a su mitad, y se reunía con ella, se rodeaban con sus brazos, se abrazaban la una a la otra, anhelando ser una sola naturaleza ... en consecuencia el anhelo y la persecución de ese todo recibe el nombre de amor..."  Andrógino que, tras la separación primigenia, dio origen al carácter individual de los opuestos.

El amor medieval fue testigo de la coyuntura entre el amor humano y el amor divino. El amor "cortés" y el llamado "Dolce Stil Novo" (la idealización que los trovadores hicieron de la mujer en la Italia del siglo XIII) sedujeron a la dama con coplas y poemas. En la versión mística de Bernardo de Claraval, la Virgen María fue aludida como "Notre Dame", como advocación caballeresca del sentido devocional mariano.

El Humanismo, que volvió su mirada hacia las fuentes grecolatinas, apostó por acercarse a las pasiones del hombre por el hombre mismo. Antiguos mitos y pasajes alegóricos exaltaron la belleza evocada del amor. En la tabla "Venus y Marte" (1483) del artista florentino Sandro Botticelli, sita en la Galería Nacional de Londres, el sensual cuerpo del patrón de los guerreros yace con placidez ante la mirada furtiva de la diosa del amor.

El Barroco exaltó la sensualidad de las monarquías reales, siendo la de Versalles en Francia su gran paradigma. Relaciones peligrosas, clandestinas y erotismo se manifiestan en el desnudo de la mujer. Artistas como Chardin, Boucher o Nattier captaron en sus pinturas la belleza fascinante y extrovertida del ideal femenino de las cortes absolutistas.

El Neoclásico dieciochesco encontró su inspiración de vuelta en la antigüedad (con especial énfasis en la entonces descubiertas ciudades italianas de Herculano y Pompeya) para mostrar la esencia del amor acorde a los patrones clásicos. "Madame Récamier" de Jacques-Louis David, reposa sobre un triciclo en una composición que recuerda los frescos pompeyanos, la cual enfatiza la elegancia y el atractivo de la dama.

El Romanticismo demostró la libre inspiración del artista. Eugène Delacroix y sus contemporáneos encontraron su inspiración en la Edad Media y en el exotismo oriental. Odaliscas y mujeres turgentes y voluptuosas pueblan el universo artístico de los románticos. "La muerte de Sardanápalo" de Delacroix expone un cuadro de arrebato y suicidio en complicidad con la seducción. Asimismo, la idea de un amor cruel y no correspondido, como el de Werther, obra capital de Goethe, exalta el valor del sentimiento sobre la razón.

El lenguaje del cuerpo

El cuerpo es el agente primordial del amor. Por sus formas y lenguajes transitan la pasión ardorosas y la búsqueda primigenia del ser humano. El encuentro, lo tangible del amor y la materialidad del otro nos conduce e identifica: "Eros con sus puentes entre lo corpóreo y lo metafórico, con los sentimientos, las obnubilaciones, los transportes ... la eyaculación, el orgasmo, en un continuo oscilar entre actividades del cuerpo y representaciones metafóricas, lingüísticas, y en último análisis, mentales" señala el psicoanalista Romolo Rossi. 

El amor se manifiesta en múltiples rostros y atavíos. Para la mirada occidental ha sido extrovertido, estéreo y mágico; lo que se muestra o se oculta; la sujeción del alma en una forma corpórea o la libertad del espíritu a través del suyo. El amor juega con sus formas tangibles e intangibles, donde los sentidos y la razón se manifiestan; ahí donde el hombre y la mujer, en su torrente de signos y símbolos, se unen para fundamentarse en el amor. En palabras del escritor Alberto Ruy Sánchez: "La persona amada es una llama que contagia el fuego"     

Héctor Palhares Meza

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