Baltasar de Zúñiga y Guzmán llegó a la Ciudad de México el 16 de agosto de 1716, donde gobernó como virrey de la Nueva España, a lo largo de seis años. El amor de este representante de la Corona española por la joven Constanza Téllez, hija de un cacique indígena, se dio a partir de un verdadero flechazo, ya que desde que la vio (durante una misa en catedral) su corazón no pudo vivir tranquilo; sin embargo, muy pronto se desilusionó al enterarse de que esa mujer entraría a un convento. Se cuenta que de Zúñiga y Guzmán cayó presa del ensimismamiento, de un mutismo hosco, que era muy evidente para los demás. Fue tan grande su amor por aquella hermosa dama, que pidió permiso a la Audiencia de España para edificar un convento de monjas naturales, hijas de caciques, en el cual doña Constanza pudiera profesar. Al poco tiempo, recibió la autorización y el monasterio se construyó en tan solo 8 meses, en un lugar situado en los límites de la ciudad de ese entonces (frente a la Alameda central) cuya grandeza contribuyó con la muy noble y leal "Ciudad de los Palacios"
Entre las justificaciones que Zúñiga y Guzmán proporcionó a la Corona para la realización del proyecto, destacaba la seguridad de que el nuevo convento de Corpus Christi podría mantenerse de las limosnas y que solo albergaría de 18 a 20 monjas. El sexto año de su mandato, el virrey informó a la monarquía española que sus males no le permitirían seguir sirviendo al rey, y que recelaba sufrir ataques de hidropesía, por lo que solicitaba el envío de un sucesor. De esta manera fue que regresó a España y desde ahí dispuso en testamento que su corazón fuera enviado a la Nueva España y depositado en el presbiterio de la iglesia del convento.
En el coro de las monjas que participó en la ceremonia de recepción de la arqueta de plata, la cual contenía el corazón, se encontraba doña Constanza, convertida ya en sor Marcela del Divino Amor, un evocativo nombre. Baltasar de Zúñiga y Guzmán quien había nacido en Salamanca en 1658, murió en Madrid en 1772 a los 68 años, soltero pero convencido de que su corazón estaría siempre cerca de la mujer que tanto había amado.
Gracias al rescate arqueológico del ex Templo de Corpus Christi impulsado por el ex Jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador, un equipo de trabajo del INAH y el Fideicomiso del Centro Histórico, se encontró, durante los trabajos de excavación, la arqueta con el órgano de Zúñiga y Guzmán, símbolo de su devoto amor.
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